Maider Castillo y Amparo Simó

 

Maider

Muchos años dedicándome a la fotografía deportiva y sobre todo al fútbol masculino,que es lo que manda en la sociedad y lo que, por suerte o por desgracia, más vende; y seguro que hay mucha gente que se pregunta, incluso yo me lo pregunté, ¿por qué teniendo la oportunidad de hacer algo importante, con implicación tanto personal como profesional, elegí el fútbol una vez más? Porque esto iba a ser distinto, no solo fotos de partidos aburridos, entrevistas y “posaditos”, entrenes… Esto iba a ser una experiencia desde otro punto de vista, todo un reto para mi, personal y profesionalmente.

Al principio barajé la posibilidad de buscar a mi chica en otros deportes “menos” conocidos, atletismo, balonmano… pero finalmente me decidí por el fútbol femenino.

Aunque hablamos del mismo deporte, el fútbol, con las mismas reglas, once contra once y aunque a nivel técnico y táctico el fútbol femenino es exactamente igual que el masculino, no hay más comparación.

Las cualidades físicas masculinas (velocidad, resistencia, fuerza) junto con las diferencias salariales (contratos millonarios y derechos de imagen), son las diferencias más evidentes. Ni los medios de comunicación le dedican la misma atención a unas y otros, ni siquiera en mundiales o europeos de la absoluta, con una repercusión mediática mínima. Pocos son los aficionados que acuden a ver a las féminas, frente a los millares que lo hacen en los partidos masculinos.

Después de tomar esa decisión, lo tenía claro, “mi chica”, a la que iba a dedicar muchos meses haciéndole fotos, tenía que ser Maider, defensa central, capitana y todo un emblema del Levante UD femenino. Y creo que no me equivoqué en la decisión, Mai es querida y respetada por todos, dentro y fuera del campo y desde ese primer café que nos tomamos, en el que le propuse mi proyecto y ella aceptó encantada (incluso con la posibilidad de que se retirara y eso afectara a los planes del reportaje) hasta ahora, me lo ha demostrado, enseñándome su lado más personal en su casa y su lado
profesional, acogiéndome como una más en su vestuario, junto con sus compañeras que me lo pusieron muy fácil y con las que me sentí muy a gusto. Entre todas ellas, quiero darle las gracias a Sonia Prim y muy especialmente a Mariví Simó.

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